Tras un año 2021 probablemente de transición entre el estado de la tecnología antes de la pandemia y un nuevo entorno económico dominado por las plataformas de Internet -el mundo "tecnopolar" que vaticina Ian Bremmer en el último número de Foreign Affairs-, quizás el nuevo año traiga la dinamización de las TIC que debiera generar una digitalización acelerada de todas las actividades, no obstante las tensiones macroeconómicas asociadas al repunte de la inflación y al deterioro de las haciendas públicas.

Tal vez el titular del año que termina en lo que concierne a las TIC (tecnologías de las información y la comunicación) sea que las mismas giran cada vez más alrededor de las "nubes" y que en 2021 las grandes plataformas (Amazon, Microsoft, Google) se han hecho más fuertes, por su capacidad de innovación de productos y por su imparable expansión geográfica, desplazando a los operadores de telecomunicaciones en la provisión de servicios de valor añadido para gran consumo y empresas, a la vez que generan e inducen, junto a Facebook, la mayoría del tráfico global de datos.

La asimetría entre las plataformas y los proveedores de servicios TIC (integración de aplicaciones diversas y soluciones de conectividad) tiene varias manifestaciones: las plataformas siguen siendo actividades basadas en la innovación y remuneradas de manera indirecta, desreguladas y con un crecimiento exponencial, que desemboca en un monopolio sobrevenido legítimo (que resulta en la captación de toda la demanda inducida y una posición hegemónica, leviatánica -"winner takes all" en inglés-) pero necesitado de supervisión, entre tanto las TIC disputan cuotas de participación en mercados basados en la evolución de servicios convencionales, con precios transparentes, competitivos y decrecientes, altamente regulados -al menos en el caso de los operadores, con un número mínimo y supuestamente "mágico " de competidores por exigencia regulatoria, para garantizar la pluralidad de ofertas- y sometidos a una compresión de márgenes que a su vez encarece el coste de capital, mientras las plataformas incluso los aumentan y aprovechan la generación inmensa de caja para invertir en nuevos productos y extender su presencia. Como en el relato evangélico, no hay comunicación entre el infierno de los operadores y el paraíso de las plataformas. Los primeros no consiguen aproximarse a éstas y, al revés, las plataformas no quieren ser operadores: prefieren aprovechar las inversiones, capacidades y especialmente las autorizaciones administrativas de los operadores para hacer crecer su negocio.

En 2021 en España hemos asistido a una cierta consolidación entre operadores, con la compra de Euskaltel por MásMóvil, sin que por la heterogeneidad de sus modelos de negocio se haya aliviado la presión competitiva. La sucesión de planes de reestructuración de los operadores con red propia y la creciente parsimonia de los operadores virtuales revelan el estado de agotamiento del negocio de la conectividad. Las tarifas planas, primero en la banda ancha fija y más recientemente en las comunicaciones móviles, han hecho irreversible la contracción de ingresos del sector. ¿Qué podría ayudar a superar esta situación? Si las tarifas no están asociadas ni a volúmenes ni a niveles de servicio, solo cabe esperar que la multiplicación del número de dispositivos conectados (el llamado "Internet de las cosas" o "IoT" en inglés) sea la palanca para devolver el crecimiento a los operadores, como explican Michael Chui, Mark Collins y Mark Patel en un informe al respecto de McKinsey de 9 de Noviembre pasado (The Internet of Things: Catching up to an accelerating opportunity), valorando ese negocio en un rango amplio e incierto entre 4,6 y 10,5 trillones de euros al final de la presente década. Para que el Internet de las Cosas se universalice es necesaria una auténtica reinvención de tareas y rutinas básicas que conforman nuestro día a día. Esa es quizás la mayor dificultad, toda vez que los procesos de diseño, implementación y operación de soluciones basadas en la tecnología 5G se están normalizando rápidamente, pasando de meros "casos de uso" a "casos de negocio". Como anticipaba "The Economist" de 13 de Noviembre en "Virtual world, Inc", en 2022 es probable que junto a los proyectos a medida de instalaciones singulares, basadas en los llamados "gemelos digitales" (versión virtual y alterable de una realidad física con elementos, actividades y controles asociados), veamos la adopción generalizada de herramientas ya disponibles de gestión de dispositivos que formen parte de los catálogos de funcionalidades de inteligencia artificial de las principales "nubes" públicas (al menos AWS Greengrass, Azure IoT, Google Cloud IoT), probablemente tributarios de la tecnología de impresión en tres dimensiones.

Muy probablemente será en el entorno de las aplicaciones de colaboración empresarial donde se concreten las funcionalidades de desdoblamiento digital de identidad (ahí está la esperada versión "Mesh" de Microsoft Teams, que maneja un "avatar" de las personas que se reúnen o colaboran de manera remota, llevando con la ayuda de ciertos dispositivos -particularmente de visores basados en los asociados a las consolas de juegos electrónicos- la sensación de presencia a otro plano de apariencia), con nuevas exigencias aún indeterminadas de protección de la personalidad y de seguridad en las transacciones, que presumiblemente tendrán un creciente y en 2022 tal vez explosivo respaldo en las tecnologías de "blockchain", fundamento de las criptomomedas.

"Sólo las plataformas, con sus posiciones leviatánicas y nulo coste de capital, pueden permitirse invertir en estimular el uso de sus servicios sin hacer frente a una competencia forzosa"

Parece claro por otro lado que las nuevas aplicaciones seguirán siendo accesibles a través del protocolo de Internet ("SaaS" o software como servicio, en la jerga informática) con la facilidad de uso asociada al navegador y la intuición asociada a las formaciones prácticas en el mismo medio con recursos de apoyo basados en vídeos y sistemas de autoevaluación en el mismo entorno. La expectativa pues de que las nuevas soluciones contribuya a una mejora de la productividad, a través de la automatización de tareas y la reducción de errores en ciertas rutinas es notable y debiera justificar la rentabilidad de las inversiones en los promotores de tales soluciones, sean grandes plataformas o proveedores especializados de reciente aparición (quizás alguno de los llamados "unicornios" entre las "startups" con valoraciones en sus rondas de capitalización superiores a mil millones de dólares).

Salvo que las fórmulas de comercialización de la conectividad y de las aplicaciones vuelvan a esquemas de precio asociado a calidad, -sea disponibilidad, retardo o ancho de banda en el último caso o funcionalidad para las aplicaciones- es poco probable que el sector salga del estado de postración en que se encuentra en las últimas semanas de 2021, de la que una manifestación próxima es el reciente anuncio por parte de Telefónica de un nuevo proceso de reducción de plantilla en España, donde la patente indiferenciación de la oferta, las facilidades al cambio de operador y las servidumbres regulatorias que han reforzado la posición de los operadores virtuales vienen erosionando la rentabilidad del operador líder.

Sólo las plataformas, con sus posiciones leviatánicas y nulo coste de capital, pueden permitirse invertir en estimular el uso de sus servicios, en ampliar su base de suscriptores o facilitadores, pues, a diferencia de los operadores de telecomunicaciones, no tienen que hacer frente a una competencia forzosa, que ha hecho que al menos en Europa los consumidores haya sustraído una parte sustancial del valor del negocio de la conectividad al lograr que ni las evoluciones tecnológicas (por ejemplo, el paso en las comunicaciones móviles de 4G a 5G) o la mejora objetiva del servicio, conforme al aumento del caudal de ancho de banda, pudieran ser monetizadas por los operadores. ¿Llegará pues en 2022 la separación estructural definitiva y generalizada de infraestructura y servicios en las telecomunicaciones, siguiendo el ejemplo de la reciente escisión de Kyndryl, la antigua división de infraestructuras de IBM? Quizás de ese modo se racionalizará la inversión en el sector de las TIC, optimizando diseños, despliegues e integraciones, dejando nuevo margen a la innovación de producto, tan necesaria para basar la competencia en elementos diferenciales, generadores de mayor valor añadido.

Tal vez en 2022 se exploren de nuevo por los operadores con la dedicación de más recursos que en el pasado otras posibles fuentes de ingresos de gran público, de carácter adyacente a la oferta básica de conectividad, buscando una relación con sus clientes más completa, estable y lucrativa. Los precedentes en España de Telefónica con las alarmas domésticas y para comercios, de Orange con los servicios bancarios o de MásMóvil con la comercialización de electricidad muestran el afán de compensar la atonía de las ingresos recurrentes -sin más referencias exitosas en el plano internacional y con una expectativa cautelosa al crecimiento de los ingresos del sector por parte de las agencias de calificación crediticia como Moody's, según expuso el 4 de noviembre en la conferencia European Telecoms 2022 Industry Outlook- , que en el pasado se compensaba parcialmente con la venta (subvencionada) de terminales, alternativa menos interesante por la financiación de que requiere.

"Frente al Internet abierto de Occidente es probable que continúen imponiéndose mecanismos cada vez más estrictos de censura en China y Rusia"

Alternativamente, como hace desde tiempo atrás actúa MásMóvil como operador multimarca y anunció recientemente Telefónica en relación con la comercialización en los mismos puntos de venta de los servicios de Movistar y o2, es posible que se persigan las sinergias de costes que exige el estrechamiento de márgenes, optimizando y en la medida posible haciendo variables los gastos comerciales, cuya relevancia ha conducido a Vodafone a cerrar todos los puntos de venta propios y recurrir a la capilaridad de sus distribuidores. Si la esperada consolidación entre operadores de red no se produce en Europa, auspiciada por la necesidad de mejorar el balance inversor del sector de las telecomunicaciones, es posible que se produzcan escisiones de unidades de negocio autónomas, por geografías, segmentos, productos o tecnologías básicas, que puedan competir con "más soltura" y con una gestión financiera "más ajustada", si es que el mercado financiero está dispuesto a reconocer el valor para esas empresas de una posible simplificación organizativa y una aproximación al cliente "más centrada". En esa dirección probablemente veamos en 2022 la desinversión, ya anunciada, del renqueante negocio tradicional de informática ("T-Systems") por parte de Deutsche Telekom u otras opciones de desinversión de Telefónica de las que han venido haciéndose eco a lo largo de 2021 los medios de comunicación.

La confrontación geopolítica continuará dividiendo Internet en 2022. Frente al Internet abierto de Occidente, es probable que continúen imponiéndose mecanismos cada vez más estrictos de censura en China y Rusia, donde las grandes plataformas son excluidas por el "diktat" del poder autocrático.

Las disrupciones actuales diversas en las cadenas de aprovisionamiento no solo podrán dificultar y retrasar los planes de renovación y ampliación de infraestructuras -notablemente en lo que se refiere a la producción de servidores con procesadores de última generación- si no que podrán implicar el cierre de ciertos mercados a fabricantes de nacionalidades enfrentadas, o sea con los fabricantes chinos (Huawei, ZTE, Lenovo) perdiendo presencia en Occidente y los occidentales (Cisco, Ericsson, Nokia) perdiendo el acceso a los mercados de la creciente órbita china, en el complejo equilibrio de alianzas políticas y económicas de nuestro tiempo. La reciente imposición de aranceles por la UE a la importación de cables de fibra óptica china es una manifestación más de las tensiones económicas entre Occidente y el gigante asiático.

También las TIC tendrán que prestar atención y actuar con diligencia para contribuir a la descarbonización de la economía global necesaria para la reversión del recalentamiento del planeta, objeto de preocupación general y compromisos de acción gubernamentales cada vez más ambiciosos, recientemente manifestados por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, con quien tanto la Unión Internacional de Telecomunicaciones, como la Comisión Electrotécnica Internacional y la Organización Internacional para la Estandarización, se han comprometido a la determinación de medidas asociadas a los compromisos de reducción de emisiones de entidades no-gubernamentales. La mayor eficiencia energética y el recurso a las fuentes renovables sin embargo ayudarán a mejorar la rentabilidad a medio plazo de un sector que ha sabido entregar más y mejores prestaciones con menor consumo energético (así 5G era casi 90 por ciento más eficiente que 4G ya hace dos años, cuando los equipamientos de la nueva generación estaban en sus primeras versiones, según un estudio de Telefónica y Nokia).

Finalmente, aunque no por falta de plazo sino más bien debido a las múltiples posiciones encontradas, parece poco probable que los futuros reglamentos de la UE de servicios digitales y de mercados digitales puedan ser aprobados en 2022. La pausa regulatoria refleja la fluidez de los modelos de negocio de las grandes plataformas ("portales" o "gatekeepers" en inglés, en la jerga normativa), así como el rechazo suscitado por aparentes abusos de posición y por la percepción de una interpretación interesada de la imparcialidad informativa en el caso de Facebook.

El impulso a la digitalización en todos los ámbitos, acelerado por la situación sanitaria global incierta y los fuertes estímulos financieros, seguirá creando oportunidades de crecimiento del hipersector de las TIC en 2022, que quizás sorprenda con la aparición de alguna utilidad de protección universal tan obvia como inesperada que pueda alterar hábitos de comportamiento como lo han hecho las aplicaciones sin las que ya no podemos vivir. De eso y mucho más, anticipando entre otras cosas el advenimiento de la conectividad sin dispositivos y los rendimientos esperados del futuro 6G, se hablará en el sexto foro mundial de las telecomunicaciones ("ICT Policy Forum") promovido por la UIT en Ginebra todavía antes del inicio del año próximo.

Alberto Horcajo es CoFundador de Red Colmena

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